"CELEBRAR A NUESTROS HIJOS COMO SON , NO COMO QUISIÉRAMOS QUE FUERAN" Por : "Laura Lewin"
Algunos niños son soñadores; otros, intrépidos. Algunos, retraídos; otros, muy sociales. Unos son silenciosos, y otros, ruidosos. Algunos deportistas, otros artistas, otros con inclinaciones académicas. Otros no.
Algunos seguirán alguna religión, y otros serán agnósticos. Y es probable que muchos construyan su identidad de género de una manera diferente de la esperada por sus padres o la sociedad.
Cada niño es único, como única deben ser su crianza, su educación y tu tiempo personal con él. Debemos aceptar a nuestros hijos como son, no como quisiéramos que fuesen. Cuando los aceptamos sin juzgarlos, les estamos enseñando una lección importantísima: a aceptarse ellos mismos.
¿Alguna vez sintieron la necesidad de recibir la aprobación de alguien o el miedo a no ser reconocido? ¡El costo energético es enorme! Imagínense pasar años tratando de ser aceptado sin decepcionar a nadie. Tanto la aprobación como la desaprobación son dos caras de una misma moneda: el control. Debemos liberar a nuestros hijos de nuestra necesidad de aprobación. Algunos niños llegan incluso a mentir o a dejar de comunicarse con nosotros cuando el estrés de estar siempre tratando de agradar o de ser aceptados se convierte en una carga demasiado pesada para ellos.
Esa es la belleza del asunto: bregar porque sean únicos y personales, no alguien que no son o no quieren ser.
Ya lo decía Carl Jung: todos nacemos originales y morimos copias. Debemos amar y celebrar a nuestros hijos como son, no juzgarlos. Debemos ayudarlos a ser ellos, no una copia de lo que nosotros hubiésemos querido ser o lo que esperamos que sean.
Al aceptarlos y amarlos simplemente por ser quienes son —sin intentar convertirlos en una mini-copia nuestra—, ya estamos respetándolos y dejándolos fluir.
Dejémoslos probar, arriesgarse, vivir la vida como una increíble aventura —la de ellos, no la de sus padres.







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